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GRIEGOS Alejandro Imperio 323bc

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Daniel 8: 3-25 Versión Reina Valera (RV)

3 Entonces
Alcé mis ojos y miré, y he aquí que estaba delante del
río un carnero que tenía dos cuernos: y los dos cuernos eran altos; pero uno
era más alto que el otro, y el más alto salió en último lugar.

4 I
vio el carnero empujando hacia el oeste, y hacia el norte, y hacia el sur; para que no
bestias pudieran pararse delante de él, ni había quien pudiera librar
fuera de su mano; pero él hizo conforme a su voluntad, y se hizo grande.

5 Y
mientras pensaba, he aquí un macho cabrío que venía del occidente sobre la cara
de toda la tierra, y no tocó la tierra; y el macho cabrío tenía
cuerno notable entre sus ojos.

6 Y
vino al carnero que tenía dos cuernos, el cual yo había visto parado delante
el río, y corrió hacia él en la furia de su poder.

7 Y
Lo vi acercarse al carnero, y se conmovió de cólera contra
él, e hirió al carnero, y quebró sus dos cuernos; y no hubo poder
en el carnero para estar delante de él, pero él lo arrojó al suelo, y
pisoteado en él; y no había quien pudiera librar al carnero de
Su mano.

8 Por lo tanto
el macho cabrío se hizo muy grande; y cuando se hizo fuerte, el gran cuerno
estaba rota; y porque subieron cuatro notables hacia los cuatro vientos
del cielo.

9 Y
de uno de ellos salió un cuerno pequeño, el cual creció mucho
grande, hacia el sur, y hacia el este, y hacia el hermoso
la tierra.

10 Y
se engrandeció hasta el ejército del cielo; y derribó algunos de
el ejército y las estrellas a tierra, y las pisoteó.

11 Yea,
se engrandeció hasta el príncipe de los ejércitos, y por él el
el sacrificio diario fue quitado, y el lugar del santuario fue echado
hacia abajo.

12 Y
se le dio hostia contra el sacrificio diario a causa de
transgresión, y echó por tierra la verdad; y eso
practicado y prosperado.

13 Entonces
Oí hablar a un santo, y otro santo le dijo que cierto
santo que decía: ¿Hasta cuándo durará la visión del diario
sacrificio y la transgresión de la desolación, para dar tanto el
el santuario y el ejército para ser hollados?

14 Y él me dijo: Hasta dos mil trescientos días; entonces el santuario será purificado.

15 Y
Aconteció que cuando yo, yo Daniel, hube visto la visión, y buscado
para el significado, entonces, he aquí, estaba delante de mí como la apariencia
de un hombre.

16 Y oí una voz de hombre entre las orillas del Ulai, que llamaba y decía: Gabriel, haz que este hombre entienda la visión.

17 So
se acercó a donde yo estaba; y cuando llegó, tuve miedo, y caí
sobre mi rostro; mas él me dijo: Entiende, hijo de hombre; porque en el
tiempo del fin será la visión.

18 Mientras él hablaba conmigo, yo estaba profundamente dormido sobre mi rostro hacia el suelo; pero él me tocó y me puso en pie.

19 Y
dijo: He aquí, te haré saber lo que ha de ser en el fin postrero de
la indignación: porque en el tiempo señalado será el fin.

20 El carnero que has visto que tiene dos cuernos son los reyes de Media y Persia.

21 Y el macho cabrío es el rey de Grecia; y el cuerno grande que tiene entre sus ojos es el rey primero.

22 Ahora que siendo quebrantado, mientras que cuatro lo defendieron, cuatro reinos se levantarán de la nación, pero no en su poder.

23 Y
en el tiempo postrero de su reino, cuando los transgresores vengan a
el lleno, un rey altivo de semblante, y entendido en tinieblas
sentencias, se pondrá de pie.

24 Y
su poder será poderoso, pero no por su propio poder; y él
destruirá maravillosamente, y prosperará, y practicará, y destruirá
el pueblo poderoso y santo.

25 Y
a través de su política también hará que la astucia prospere en su mano;
y se engrandecerá en su corazón, y en paz destruirá
muchos: él también se levantará contra el Príncipe de los príncipes; pero él lo hará
ser roto sin mano.




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Daniel 10: 3-20 Versión Reina Valera (RV)

3 I
no comí pan delicioso, ni vino a mi boca carne ni vino, ni
me ungí a mí mismo, hasta que se cumplieron tres semanas enteras.

4 Y a los veinticuatro días del mes primero, estando yo a la orilla del gran río, que es Hidekel;

5 Entonces
Alcé mis ojos y miré, y he aquí un hombre vestido con
lino, cuyos lomos estaban ceñidos con oro fino de Uphaz;

6 Su
también el cuerpo era como el berilo, y su rostro como la apariencia de
relámpagos, y sus ojos como lámparas de fuego, y sus brazos y sus pies como
color de bronce bruñido, y la voz de sus palabras como la voz
de una multitud

7 Y
Yo Daniel solo vi la visión; porque los hombres que estaban conmigo no vieron
la visión; pero cayó sobre ellos un gran temblor, de modo que huyeron a
esconderse.

8 Por lo tanto
Me quedé solo, y vi esta gran visión, y no quedó ningún
fuerza en mí; porque mi hermosura se tornó en mí en corrupción, y yo
no retuvo fuerzas.

9 Todavía
oí la voz de sus palabras; y cuando oí la voz de su
palabras, entonces estaba yo en un sueño profundo sobre mi rostro, y mi rostro hacia el
suelo.

10 Y he aquí una mano me tocó, y me puso sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.

11 Y
me dijo: Daniel, varón muy amado, entiende las palabras
que te hablo, y me mantengo erguido, porque a ti soy enviado ahora.
Y cuando me hubo dicho esta palabra, me quedé temblando.

12 Entonces
me dijo: No temas, Daniel, porque desde el primer día que
dispusiste tu corazón a entender, y a corregirte delante de tu
Dios, tus palabras fueron oídas, y por tus palabras he venido.

13 Pero
el príncipe del reino de Persia me resistió veintiún días:
pero he aquí, Miguel, uno de los principales príncipes, vino a ayudarme; y yo
permaneció allí con los reyes de Persia.

14 Ahora he venido para hacerte entender lo que ha de acontecer a tu pueblo en los postreros días; porque aún la visión es para muchos días.

15 Y cuando me hubo dicho tales palabras, puse mi rostro en tierra, y enmudecí.

16 Y,
he aquí, uno semejante a la semejanza de los hijos de los hombres tocó mis labios:
Entonces abrí mi boca, y hablé, y dije al que estaba delante
mí, oh mi señor, por la visión mis dolores se volvieron sobre mí, y he
no retuvo fuerzas.

17
¿Cómo puede el siervo de este mi señor hablar con este mi señor? para en cuanto a
mí, en seguida no quedó ninguna fuerza en mí, ni hay
me queda aliento.

18 Entonces vino otra vez y me tocó uno con apariencia de hombre, y me fortaleció,

19 Y
dijo: Varón muy amado, no temas; paz a ti, esfuérzate,
si, se fuerte. Y cuando me hubo hablado, fui fortalecido, y
dijo: Hable mi señor; porque me has fortalecido.

20 Entonces
dijo él: ¿Sabes por qué vengo a ti? y ahora volvere
para pelear con el príncipe de Persia; y cuando salí, he aquí el
vendrá el príncipe de Grecia.



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